Las pastorelas y los villancicos son dos de las actividades más arraigadas y representativas de la temporada navideña en México. Ya sea en escuelas o en recintos culturales, estas expresiones artísticas continúan reuniendo a familias para celebrar el espíritu de las fiestas decembrinas.

Grupos de teatro y coros, conformados por niños y adultos, dedican semanas de preparación para llevar a los escenarios estas piezas que evocan la magia y el mensaje de la Navidad. Las pastorelas, en particular, tienen un profundo arraigo cultural e histórico. Según la revista Muy Interesante, la primera pastorela en México, titulada La Adoración de los Reyes Magos, fue escrita en náhuatl por fray Andrés de Olmos en 1550 con el objetivo de evangelizar a los indígenas.

Originalmente conocidas como “coloquios de pastores”, estas representaciones teatrales surgieron en el siglo XVI y evolucionaron con el tiempo. Fue hasta el siglo XIX cuando el término "pastorela" se popularizó, consolidándose como un género teatral distintivo de la Navidad en México. En esa misma época, José Joaquín Fernández de Lizardi presentó La Noche más venturosa, una de las primeras pastorelas con actores profesionales y un lenguaje más elaborado, marcando un cambio significativo en este tipo de obras.

Por otro lado, los villancicos, con su música y letras alegres, complementan perfectamente las festividades, generando un ambiente cálido y lleno de tradición. Estas actividades no solo mantienen viva la herencia cultural, sino que también refuerzan los valores de unión y alegría propios de la Navidad.